Cómo elegir bien el zapato de nuestros hijos
Todos sabemos lo importante que es elegir un buen calzado
Desde que los más pequeños de la casa empiezan a gatear y a caminar solos, el calzado es el complemento más importante para su desarrollo físico. Hay muchos modelos bonitos y divertidos para elegir, con flores, lisos, con sus dibujos preferidos, con rayas o cuadros y cuando les encantan, no se los quieren quitar.
Lo ideal sería que los niños pudieran andar descalzos pero no siempre es posible. El calzado da protección y seguridad necesaria para evitar que se hagan daño. Hay que añadir que también el calzado abriga cuando hace frío y mantiene los pies calentitos.
Aquí os damos unos cuántos consejos de cómo deben ser y qué errores evitar cuando compres un par de zapatos a tu hijo.
Cómo deben ser los zapatos de niño
- Elige siempre que sea posible de piel o tela para favorecer la transpiración del pie del niño y así evitar reacciones alérgicas.
- Asegúrate de que la suela sea ligera, flexible y antideslizante. Evitarás caídas innecesarias a tu hijo.
- El calzado debe tener poco tacón para facilitar el juego de la articulación.
- La planta del zapato tiene que ser ancha y de forma redondeada. No compres para un niño zapatos acabados en punta que puedan oprimir el empeine.
- Han de tener una sujeción bastante firme en el empeine con cordones, hebillas o velcro.
- Intenta que el calzado sea poco escotado para que cuando el pequeño esté jugando no se le salga con facilidad.
- Se recomienda adquirir un calzado fabricado con materiales naturales que permitan la transpiración, como la piel o el cuero.
- Hay que probar el zapato con los calcetines puestos y vigilar que haya un espacio de entre 0,5 y 1 centímetro entre el dedo más largo y el calzado. Presiona la punta por la parte superior para ver si los dedos la rozan: si es así, el calzado es demasiado pequeño.
Errores frecuentes al elegir el calzado infantil
- Elegirlos demasiado grandes. A veces compramos zapatos de un número mayor del que necesita el niño para que le duren más tiempo. Al pequeño le resulta muy difícil caminar con un zapato que le baila en el pie o que se le sale constantemente: le obliga a adoptar posturas que a la larga son perjudiciales y puede provocarle caídas.
- Ponerle botas para que le sujeten el tobillo y sean muy rígidas. Si el calzado no permite la libre movilidad del tobillo, está perjudicando su desarrollo. Las botitas deben utilizarse solo para proteger del frío y la humedad.
- Abusar de las deportivas. Conviene que los niños las usen con moderación porque la mayoría están fabricadas de plástico, lo que favorece la sudoración excesiva, que puede provocar irritaciones en los pies e incluso hongos. Es mejor elegirlas de piel o de lona, que son más transpirables o, al menos, evitar que las lleven mucho tiempo.
- Heredar. Es muy frecuente que los pequeños hereden zapatos de sus hermanos mayores o de otros niños de la familia. Sin embargo, es una práctica poco recomendable, ya que los pies son siempre anatómicamente diferentes y cada niño tiene una forma distinta y particular de caminar. Unos zapatos usados siempre llevan la huella de su anterior dueño, pueden estar deformados o viciados, y es probable que al caminar le rocen o no le resulten cómodos. Por eso, salvo que estén completamente nuevos, es mejor no usarlos.